Hace unos días falleció Bernardo Bertolucci, considerado el último gran maestro de los novecientos. Tenía 77 años y una enfermedad que lo había obligado a la silla de ruedas. Fue director, productor, poeta y gigante del cine internacional.
Nació en Parma el 16 de marzo de 1941 de padre poeta, Attilio Bertolucci, y de madre docente, Ninetta Giovanardi.
En principio, parecía que el joven Bernardo estaba interesado en seguir el ejemplo de su padre, al cursar la carrera en letras, en la Universidad Sapienza en Roma, pero luego acabó por abandonar los estudios, para entrar en el mundo del cine.
Efectivamente, su primer trabajo fue como ayudante de Pier Paolo Pasolini, su vecino, en unos cortometrajes y, sobretodo, en su famosa película debut “Accattone”.
El año siguiente, Bertolucci realizará su primer largometraje llamado “La commare secca” con tema y guión de Pasolini. Y a partir de entonces, empezará un tipo de cine que abordará el individualismo de personajes que se encuentran en situaciones difíciles, a nivel existencial y político, en las que no quieren o no pueden hacer nada para salir adelante.
Ese dicho tema estará en todas sus obras, a partir de su segunda película, donde el protagonista se deja arrastrar por las circunstancias que le rodean, sin reaccionar de ninguna forma. Hay la misma pasividad en una de sus películas más importantes como “Il conformista”. Aquí, el personaje principal sólo tiene una vocación en la vida: conformarse con los demás, ya que él ve el conformismo como única manera para ocultar su inseguridad, su individualidad y quizás, incluso, su homosexualidad. Bajo el aspecto escenográfico, Bertolucci realiza impecablemente escenas en las que el protagonista Marcello siempre está parado, mientras su entorno está caracterizado por mucho movimiento. Es como si su pasividad fuera atropellada por la actividad de los otros. Además, en esta película vuelven los elementos literarios y filosóficos tan queridos al cineasta italiano.
Con respecto al gran éxito, Bertolucci lo conseguirá en 1972 con “Ultimo tango a Parigi”, película retorcida que le provocará (junto a las positivas) críticas negativas, hasta el escándalo. Aquí reanuda el tema del conformismo cuyo único antídoto es el sexo y la transgresión. "Novecento" y las otras películas que seguirán, incrementarán su notoriedad. En 1987 gana con “L’utimo imperatore” nueve Oscar, incluso el por el mejor film y mejor director, llegando a ser el único italiano a conseguir ese premio.
Después de esa película filmada en China, Bertolucci regresará a Italia para volver a sus aficionadas temáticas de introspección e investigación humana, en las que revolución política, pasión carnal y conflictos interiores juegan un papel fundamental. A esta época pertenecen”The Dreamers”, “Io ballo da sola” y “Io e te”, su último film que, así como “Il conformista”, es una transposición cinematográfica de un romanzo.